sábado, 16 de julio de 2016

Química culinaria

"Nada se crea, nada se pierde, todo se transforma" - Antoine Lavoisier

A mi entender, a sus dos años y medio, la mejor forma de acercarla a las ciencias, es a través de la química culinaria. La razón es muy simple, unimos varios ingredientes, los sometemos a reacciones termodinámicas y obtenemos un producto diferente; que además podemos degustar felizmente en la mesa familiar.

Siempre me ayuda a amasar pizza integral, a preparar los pochoclos con oliva y estevia, a mezclar los pre panqueques o a integrar los ingredientes para hacer chipá. 

El otro día, me dio una satisfacción enorme cuando rompió su primer huevo como una chef consumada, así que decidí que hagamos una receta nueva juntos.

Mezclamos un poco de harina, sal y oliva con un huevo, para luego agregarle un poco de agua tibia, envolvimos en un film y dejamos reposar un par de horas en la heladera. Al mediodía la sacamos para achicar su espesor con el palo de amasar.




Luego de llevar la masa al grosor deseado, estiramos sobre el molde de los ravioles y rellenamos al gusto de mi hija.




Estiramos la otra masa sobre el relleno y pasamos el palo de amasar para cortar los ravioles con las muescas del molde. Cuando vemos que están bien separados, los sacamos.



Luego de limpiar toda la harina que tiramos a la mesada para que no se pegue la masa, los tiré al agua hirviendo ( siempre en la hornalla más lejana, explicándole que lo hace papá porque está muy caliente y la puede lastimar). Ella asiente mientras graba todo en su disco rígido.

El tiempo en la olla, lo estiramos un poco porque quedaron un poco gruesitos. Pero los servimos con oliva y sardo rallado.


¡Mozooo, mesa para dos por favor!!!!!

Yapa: ¡Con la masa que sobró, a la noche me hice unos cuatro ravioles a los dos quesos!!

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